Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1854-1856 (Cortes Constituyentes de 1854 a 1856)
Sesión: 23 de mayo de 1855
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: nº 161, 5.042, 5.043
Tema: Continúa la discusión sobre la ley general de ferrocarriles. Artículo 20, 22. Enmienda al artículo 9

 

 

El Sr. SAGASTA: Es muy particular, Sres. Diputados, el giro que se ha dado a esta cuestión, giro que no era de esperar. Sólo el amor que naturalmente se tiene hacia la localidad en que uno ha visto por primera vez la luz, es el único que yo creo ha podido mover a los Sres. Diputados que han pedido la palabra en contra de la enmienda que se está discutiendo; porque el amor a la localidad en que hemos nacido, amor justo, amor natural, pero al mismo tiempo excesivo, y que quizá las más veces nos conduce y nos obliga, sin poderlo remediar, a arrastrarnos por el suelo a manera del caracol con la casa siempre encima, porque si materialmente no la llevamos, moralmente nos abruma; ese amor natural es el único que puede hacer que en las cuestiones más importantes para el país, en los proyectos más gigantescos y más beneficiosos, obremos de esta manera, porque él nos hace que en todas las cuestiones estemos viendo la plaza de nuestro pueblo la torre de nuestra aldea, la casa donde vivió nuestro abuelo, donde viven nuestros padres, y donde probablemente habitaremos nosotros, y ese amor nos obliga a que a esa plaza, a esa torre y a esa casa encaminemos todas nuestras ideas, y en ellas cifremos todos nuestros proyectos, haciéndolas objeto de todas nuestras acciones.

Justo y natural es, señores, que uno tenga muy presentes esas ideas de la localidad donde están nuestras familias, donde residen nuestros padres y nuestros primeros amigos, donde están nuestras afecciones, donde tenemos los recuerdos de nuestra niñez; justo y natural es, repito, el que procuremos darles un lugar preferente en nuestro corazón; pero es necesario, señores, que cuando nos encontramos aquí cumpliendo una misión tan alta como la que está encomendada a los Representantes de la Nación, posterguemos todo esto y lo dejemos a un lado ante la consideración de lo que exige el bien general.

Señores, hemos aprobado un artículo en la ley general de ferrocarriles, por el cual se obliga a todas las provincias de España a subvenir en parte en todas las líneas de caminos de hierro; es decir que por este artículo, en adelante todos los caminos de hierro que se construyan han de ser subvencionados parte por el Gobierno y parte por las provincias; pero hay además la consideración de que en los hasta ahora otorgados hay un artículo que dice que se someterán a la prescripción de la ley general de ferrocarriles. Pues ahora pregunto yo a los Sres. Diputados que combaten la enmienda que se discute: ¿es justo que las provincias a quienes se han hecho las concesiones de ferrocarriles, y que ya los tienen en parte, que son las más beneficiadas, porque son las primeras que han podido disfrutar de las ventajas que produce ese elemento de riqueza, no paguen nada, y que lo paguen las demás del [5.042] Reino que no han reportado esos beneficios todavía? Esta es la cuestión, Sres. Diputados. Esto no es justo ni equitativo, y preciso es convenir en que el artículo que hemos aprobado ayer en la ley general de ferrocarriles está completamente en su lugar, y la enmienda de que ahora tratamos no estamos en el caso de desaprobarla por esas exigencias de localidad que no pueden desconocer esos mismos señores, porque han podido apreciar ya los beneficios que producen esas grandes vías de comunicación, ese poderoso elemento de vitalidad y de riqueza, porque justo y equitativo es que el sacrificio sea mayor allí donde los beneficios son mayores, porque no es justo exigir que unas provincias sean de mejor condición que otras.

Señores, yo creo que esta es una cuestión tan clara, que me parece que en ella no pueden tener duda alguna los Sres. Diputados, y yo ruego a los señores que han tomado parte en esta cuestión en contra de la enmienda que se discute, que prescindan por un momento de esas afecciones de localidad; y haciéndolo así, indudablemente votarán conmigo y con la mayoría de la Asamblea, que no podrá menos de aprobarlo, porque es imposible otra cosa. He dicho



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